Si alguna vez te propusiste bajar de peso seguro que lo primero que pensaste (o te recomendaron!) fue dejar las harinas.
Full. Chau pan. Chau pasta. Y ayyyy chau meriendas dulces deliciosas de chocolate.
Es muy probable que cuando te pusiste a pensar en qué comer quedaste en blanco -- o en “recalculando” -- unas cuantas veces porque sí… las harinas dominan la oferta y es muy probable que hoy estén dominando tu plato, aún si comés bastante saludable.
Entre las tostadas del desayuno, la tarta con ensaladita verde del mediodía, los dulces o la medialuna de la tarde y la pasta de la noche. Ouchy. Tal vez tu día no es exactamente así (y eso está buenísimo!), pero si mirás tu semana y sos honesta con tu patrón alimentario es muy probable que las harinas figuren en demasía.
No sos vos. Es un mal cultural y es difícil salirse de la rutina porque están en todos lados. Cuando estás apurada y necesitás algo rápido lo que hay a tu alrededor son sándiwches, croquetitas y todo tipo de apanados. Tal vez el relleno es super sano pero la harina está.
Cuando necesitamos cuidar los TACC por un tema de salud sí es fundamental dejarlas afuera al 100% pero cuando queremos bajar de peso específicamente, y tal vez como beneficio colateral maravilloso mejorar la digestión, sentirnos menos hinchadas y con más energía, hay otra estrategia.
No tenés por qué dejar las harinas, lo importante es DISMINUIR LA CANTIDAD y AUMENTAR LA CALIDAD.
Siempre te estamos hablando de la flexibilidad, y esta no es la excepción.
Enfocarte en traer más variedad a tu vida y hacer cambios graduales en vez de en los “prohibidos” es muchísimo más efectivo que el enfoque de dejar las harinas.
Si hiciste alguna “dieta clásica” de esas de dejar totalmente las harinas seguro que sabés que no duró más de 3 días y tal vez, cuando volviste a comer harinas tuviste tremendo efecto-rebote porque las extrañabas tanto y tenías tanta ansiedad que pummmm comiste de todo. Esto combinado con que seguramente no integraste hábitos realmente saludables y sostenibles, son la típica razón del efecto rebote y de no poder mantener los resultados en el tiempo.
Cuando te concentrás en disminuir sin eliminar, aumentar la calidad y te das permiso de ser flexible los resultados son eternamente mejores. Empezá de a poco con algunos de los tips de abajo o proponete dejar las harinas afuera x veces por semana (todo el día o tal vez en esa comida problema que sieeempre comés harinas hoy en día). Andá a tu ritmo mientras seguís sumando otros de los tips y acordate: los mejores resultados vienen de tus hábitos.
Tip extra: Si vas a usar tostadas que sea de pan integral con semillas, siempre artesanal o casero (chau pan lactal).
Más tips sobre smoothies + recetas aquí.
Una advertencia: el gluten de la harina de trigo es lo que tiende a darle buena consistencia a las masas, por eso como una forma de simplificarte pero igual mejorar muchísimo la calidad de tus horneados podés usar mitad de harina de trigo (apuntá a integral y/u orgánica) y mitad de la harina alternativa.
Acordate: no se trata de dejar la harina al 100% pero el solo hecho de tomar conciencia de cuánto espacio en tu vida puede estar tomando hoy YA ES ALGO POSITIVO. Ahora podés abrirte al mundo de posibilidades cero-harina y disfrutarlas sea que quieras bajar de peso, mejorar tu digestión o simplemente disfrutar del bienestar que trae darle a tu cuerpo lo mejor.
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